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Refugiados de Troya es la historia de una familia, la de Eneas; y la de un pueblo, el de los troyanos y troyanas. Aunque llegados a cierto punto, sus nombres dejan de tener importancia y pasan a representar a todos aquellos que en algún momento han sido víctimas de la guerra. Refugiados de Troya es la huida de un pueblo y su búsqueda de un futuro mejor. Es la historia de quienes se han lanzado al mar con la esperanza de que este fuera más clemente.
Refugiados de Troya es un tributo a la tragedia. Tomando como punto de partida el mito de Eneas, desarrollado originalmente en el poema épico de Virgilio, La Eneida, el texto dramático busca paralelismos actuales con los que construir una tragedia contemporánea. El espectáculo está cimentado en los conceptos de evolución cronológica, estilística y de género.
Victoria está opositando cuando despierta, en un hospital. Ha sufrido un síncope que ha revelado un problema de corazón oculto hasta el momento. Allí coincide con Manuela, una mujer de tercera edad con adicción al juego, entre otras cosas y con la que pasará uno de los momentos decisivos de su vida. Su madre, su pareja, su hermano y su padre muerto la acompañarán en un proceso vital sin vuelta atrás.
Un ingreso real disparó esta historia con tintes de autoficción. Las rarezas de un hospital, la situación de la sanidad pública y la desesperación ante la imposibilidad de salir de un lugar en el que la identidad casi se pierde en favor del número de una cama.
Años después del suceso, y ya recuperada, la viviencia pedía brotar en forma escénica.